sábado, 7 de junio de 2014

Mugaritz 2013

Aprovechando mi baja por menisco externo roto, os vuelvo a escribir unas líneas sobre otra grande visita a uno de los mejores restaurantes del país, aunque para nosotros algo sobre valorado, sobre todo por la lista de mejores restaurantes "Restaurant". Mugaritz, visitado en Junio del año pasado y disfrutando de un tiempo espectacular.     

No nos costó conseguir reserva, era un miércoles.  Desde el exterior el restaurante es espectacular, rodeado de naturaleza y verde, ese verde que solo se encuentra en el País Vasco.
Para comenzar, y aprovechando el soleado día, nos sentaron en el espectacular jardín que rodea al restaurante y nos sirvieron las primeras sorpresas.
Piedras comestibles, unas patatas cocidas muy logradas, ya que realmente parecen piedras. Continuamo con un sandwich de idiazabal y albahaca (que estaban espectaculares), también nos sirvieron yemas de ajo fresco, junco marino y flores de ajo rosa. Nos invitaron al agua con gas y a unas copas de txacolí Mendraka 2012.

Después de disfrutar de estos pequeños detalles, nos invitaron a entrar dentro del restaurante, visitando la cocina por supuesto. El chef y artífice de Mugaritz, Andoni Luis Aduriz no se encontraba en el restaurante, pero creo que tampoco se le debe notar demasiado, porque todo está perfectamente diseñado y maquinado por los más de 20 cocineros que ese día estaban 
allí (y el restaurante no llego ni a ocuparse a la mitad de su capacidad).
El restaurante se renovó hace pocos años debido a un incendio que hubo en la cocina, y su diseño es muy innovador, pero demasiado aséptico y frio para nosotros.

Seguimos con una "Medusa" de algas y concentrado de bonito ahumado y Salicornia (un vegetal comestible que no nos gustó demasiado). Seguimos con carne curada de bogavante y arroz fermentado, después unas hebras de buey de mar trabadas con mucílago vegetal, macadamias y pimienta rosa.
 Para maridar estos primeros plato escogimos el que según los expertos, es el mejor vino blanco de España, el As Sortes, un vino de Rafael Palacios (hermano de Álvaro Palacios) de la D.O. Valdeorras y hecho con la variedad Godello.



Continuamos con un jugo de pato con tofú y una yema de huevo arropada con gel de ortiguillas, ambos platos (sobre todo el tofú) bastante insípidos.
A esta altura del menú, y ya casi acabando la primera botella de vino, nos pusieron una mantelería individual bastante peculiar que emulaba a una página de comic. En ella una pareja juega a un juego japonés llamado Taba, y que consistí en adivinar las fichas (similares a huesos pequeños que están en los tarsos) que tiene la otra persona en la mano (o algo así). Nos trajeron las fichas...y a jugaaar!!!. Este juego se acompañaba de caviar y un jugo del que no recuerdo el nombre, y que como parte de los platos que nos trajeron era algo insípido.

Seguimos con sopa de aleta de tiburón en un caldo de coliflor tostada y Merluza con almidón de agua de chufas y concentrado de almejas. 


Acabada ya la primera y deliciosa botella de vino, seguimos con un tinto del Montsant, bueno según David, el mejor vino de Montsant según la crítica, y que como el anterior no habíamos probado. Además estaba a un precio casi igual que el de una tienda de vinos, o sea que a aprovechar!.
Continuamos este festival con un asado de pescado de lonja en sopas de ajo y pollo y seguimos con molleja de cordero lechal con setas con hierbas de temporada y pellizcos de cordero hojaldrado con jugo acaramelado. Como todavía nos quedaba un huequecito en el estómago y el camarero nos retó a seguir comiendo, nos trajeron una tabla de quesos riquísimos con un pan espectacular para acabar.

Y llegados a este punto  y con el soleado día que nos regalaba el momento, nos invitaron a salir de nuevo al jardín, para acabar el festival gastronómico. Allí seguimos con una ceremonia de cacao, una galleta de cristal, azúcar y cacao y un papel de flores acompañados con un PX Antique y una copa de Masia pairal Can Carreres (un moscatel del Empordá). Cuando pensábamos que ya no podíamos mas, nos trajeron la sorpresa final..... 


 

 









Los siete pecados capitales.
Una estructura de madera, que conforme la vas descomponiendo, en su interior encuentras todo tipo de dulces y bombones, a los cuales es imposible resistirse. Pereza, orgullo, envidia, gula, avaricia, lujuria y ira. 

Después de esto, rematamos (como no) con unas copas de marc francés y unos habanos.

La valoración final es que después de los mas de 600 euros de la comida, esperábamos algo mas. Creo que  el tercer puesto como mejor restaurante del mundo que han ostentado durante varios años no está justificado. Eso sí, el lugar es precioso y tranquilo. El personal quizás algo mejorable ya que se cometieron errores que en este tipo de restaurantes no deberían ser habituales. En cuanto a la comida, en general bien, pero predominan demasiado los platos con colores blancos, tenues e insípidos.